Farrell Hunter

La educación es un factor irreemplazable en el desarrollo de un país y en el mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes. Precisamente en Sudáfrica aún existe mucha pobreza luego de un largo período colonial y de la aplicación del sistema del apartheid. Si bien se invirtió más dinero en la educación, se destinaron muy pocos recursos a la educación de adultos. La cifra de analfabetos sigue siendo alta; es preciso desarrollar habilidades profesionales y también reparar los daños causados por el sistema del apartheid. Farrell Hunter aboga por el desarrollo de nuevas formas de aprendizaje y por la incorporación de elementos de la educación popular. El autor trabajó durante aproximadamente 20 años en Sudáfrica, en el campo de la educación de adultos. Actualmente se desempeña como administrador de programas/subdirector de la oficina de la DVV International en Sudáfrica.

Algunas percepciones respecto de la Educación Comunitaria de Adultos en Sudáfrica

Da un paso atrás (al pasado) para dar dos pasos adelante (desde el presente hacia el futuro)
                                                                                                              Proverbio africano

Introducción – Una mirada atrás

Históricamente en Sudáfrica la educación comunitaria —o aprendizaje comunitario— de adultos tenía algunas de sus preocupaciones originales en la alfabetización y la aritmética básicas. Al comienzo de la década de los sesenta gran parte de dicho aprendizaje era suministrado por trabajadores mineros analfabetos. Esto estaba ligado a la educación no-formal (o informal) en cuanto ésta era parte de la lucha por la democracia al interior del movimiento ciudadano y del activismo estudiantil y de género, incluyendo el Consejo Sudafricano de Deportes (South African Council of Sport — SACOS), que era el movimiento deportivo no racista. Notablemente, quien llevaba a cabo la educación laboral y comunitaria era el movimiento de trabajadores negros como parte de la lucha más amplia de ciudadanos y ciudadanas privados de derechos civiles que peleaban contra el sistema capitalista del Apartheid, que oprimía a millones de sudafricanos.

El cambio del Apartheid al actual régimen democrático, en 1994, ha asegurado la apertura de espacios para que muchos ciudadanos y organizaciones empiecen a afirmar sus derechos de justicia social y empiecen a avanzar en la agenda de transformación social. A tiempo de reconocer, después de quince años de democracia, que se ha logrado avances en determinadas áreas de la vida social, hay muchos indicios de que en los hechos tanto la transformación social y económica como la justicia siguen dejando a un lado a la mayor parte de los sudafricanos, de que los derechos ciudadanos establecidos en la Constitución y en la ley electoral no siempre se traducen en realidades para todos. Como resultado del lento ritmo del proceso de transformación, son millones los sudafricanos que siguen viviendo en niveles de pobreza, pese a la rápida adquisición de bienestar por parte de una pequeña minoría. La Encuesta Sudafricana de 2009 revela que grandes porcentajes de población, en muchos de los distritos municipales del país, viven en situación de pobreza, ya sea relativa o extrema, teniendo además en cuenta que el índice que mide el Coeficiente Gini de Sudáfrica muestra que éste, comparada o con cualquier otro país, presenta la brecha más ancha entre ricos y pobres.

La opinión predominante es que, a pesar de procesos como el de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (Truth and Reconciliation Commission — TRC) que trataba de las experiencias traumáticas de las víctimas del Apartheid e intentó señalar a quienes habían perpetrado crímenes de lesa humanidad, faltó encarar la cuestión central: ¿Cómo curar las heridas? Sin lugar a dudas la Comisión de la Verdad ha ido avanzando en el tratamiento de su objetivo, pero las profundas heridas del pasado nos siguen acompañando como nación. Ésta parece ser una de las razones de que, en lugar de identificar y enfrentar los problemas profundamente asentados que se desbordan de nuestro pasado, en la mayor parte de los casos los hemos ignorado o nos hemos limitado a ponerles parches. En consecuencia algunos expertos que trabajan en desarrollo comunitario ven la necesidad de intervenciones que apunten a la curación como elemento sustancial de la transformación.

A menudo los eternos optimistas describen a Sudáfrica como un país de enormes posibilidades al que se felicita internacionalmente por haber cambiado de un Estado de opresión institucionalizada a un régimen democrático, y ello por la vía de un acuerdo negociado. Sin embargo, como resultado del tipo de opresión impuesta a las comunidades de la clase trabajadora del país, tanto urbanas como rurales, que estuvieron sometidas a cientos de años de colonialismo, seguidos de un apartheid que utilizaba una forma brutal de explotación capitalista, no deberíamos sorprendernos por la existencia de una sociedad profundamente dividida, violenta y con toda clase de heridas. Entre las condiciones sociales predominantes en las comunidades de la clase trabajadora, en las que a menudo el factor más influyente es el desempleo, están entre otras la pobreza (o pobrezas en un sentido más amplio —más allá del económico—, ver la Rueda de Necesidades Humanas de Max Neef), el abuso de sustancias sicotrópicas, la violencia criminal, el abuso de mujeres y niños, y las condiciones de vida típicas del hacinamiento.

En el país, muchos expertos en educación de adultos, y quienes se han involucrado en desarrollo de la comunidad, creen que la educación de adultos debería jugar un papel de apoyo a las comunidades para que se comprometan en el proceso de transformación. En esencia esto debería apuntar a la cohesión social, para contrarrestar los efectos negativos de nuestra dolorosa historia. Entre las diversas estrategias que incluyen el aprendizaje comunitario de adultos, por parte de los activistas de la educación de la sociedad civil, juega un papel principal el trabajo por la transformación y la justicia social, prestando por tanto particular atención a las condiciones desafiantes que enfrentan las comunidades marginadas en el actual contexto de Sudáfrica.

Si esto es así, los enfoques convencionales de la educación en general y de la educación de adultos en particular resultan limitados por lo que podemos llamar su estrecha preocupación por las calificaciones (y certificaciones) formales de los/ as estudiantes, que hacen posible el progreso en la línea del desarrollo de destrezas formales y la adecuación a la economía dominante. En cambio las escuelas comunitarias, así como los más modestos centros de aprendizaje comunitario, intentan ofrecerles a los/as estudiantes un menú más amplio de oportunidades de aprendizaje. Algunos programas de educación comunitaria han empezado también a encarar las divisiones y heridas causadas por nuestra historia, las que, o bien han sido enmascaradas —o ignoradas— o bien han sido objeto de escasa atención en el entorno de las clases altas o en los espacios más lujosos que ocupan o frecuentan los sectores más acaudalados de la sociedad. La Red Comunitaria de Curación (Community Healing Network — CHN) en Ciudad del Cabo, por poner un ejemplo, se concentra en la creación de espacios seguros para la curación y en la creación y configuración de entornos en los que pueda florecer la cohesión social.

 

 

 

Manifestación contre la violencia
Fuente: DVV International Sudáfrica

 

 

 

 

El movimiento histórico apunta a iluminar la necesidad de la educación de adultos, con transformación social, como uno de los objetivos clave para responder a los desafíos de la coyuntura. Hoy en día la Comunidad de Educación de Adultos asume diferentes formas precisamente para relacionarse con el contexto tal como lo viven los participantes, o como es comprendido por la organización que está a cargo de facilitar el aprendizaje. De manera general, la comunidad de educación de adultos pretende cubrir un amplio espectro de necesidades, proporcionando las destrezas propias de la educación formal en los niveles básico y siguientes, intentando capacitar a los miembros de la comunidad para que mejoren su calidad de vida y su capacidad de participación en procesos democráticos, incluyendo la capacidad de contribuir a la transformación social. Para nosotros, en el Sur, estar ubicado/a significa encarar los desafíos que se desprenden de las condiciones sociales y económicas que todavía prevalecen como resultado de nuestras historias coloniales.

La educación como vehículo para el cambio y el crecimiento

Por lo general se concibe que la educación puede y debe utilizarse como vehículo para el cambio y el crecimiento de los países, y en lo que respecta a Sudáfrica se ha gastado una parte significativa de presupuesto en educación y desarrollo de destrezas. Desde el comienzo de la democracia los gastos en educación con frecuencia han alcanzado el 20 por ciento de la inversión presupuestaria anual, y actualmente superan el 18 por ciento, y cada año se gasta varios miles de millones de rands en desarrollo de destrezas.

Sin embargo se le ha prestado escasa atención a la educación básica de adultos, que recibe alrededor del 1 por ciento del presupuesto educativo, pese al elevado número de adultos analfabetos, o alfabetos funcionales, cuyo número equivale más o menos al 75 por ciento del número de niños/as que asisten a las escuelas. El Estado ha creado autoridades de capacitación para el sector educativo (Sector Education Training Authorities – SETA’s), que cubren más de veinte amplios sectores económico-laborales y se dedican al desarrollo de destrezas para jóvenes y adultos; pero éstas no han estado a la altura de la convocatoria a la revolución de las destrezas. Un esfuerzo más reciente en el área de la alfabetización es la Campaña de Alfabetización Masiva lanzada por el gobierno y que ha empezado a encarar el sector, enormemente descuidado, de la Educación y Capacitación Básica de Adultos (Adult Basic Education and Training — ABET).

Después del apartheid se reconfiguró la educación para hacerla más accesible a toda la población y para mejorar su calidad dentro de un sistema educativo unificado. Al encarar por otra parte el desarrollo de destrezas se pensaba aumentar las habilidades de la población para mejorar la economía, y se creía que esto a su vez resolvería los problemas del desempleo y la pobreza. Sin embargo la economía no ha sido capaz, al menos de manera consistente, de generar puestos de trabajo para el gran número de población desempleada. De hecho, durante los primeros diez años del régimen democrático, iniciado en 1994, las cifras del desempleo se han más que duplicado, llegando a una estimación conservadora de más de 4 millones de personas. Como se ha señalado anteriormente, esto plantea enormes desafíos a los esfuerzos de desarrollo y transformación.

Los centros de educación comunitaria ofrecen educación básica de adultos que incluye la Educación y Capacitación Básica de Adultos (ABET) en las formas de aprendizaje formal/convencional que apuntan a una educación de tipo general, pero muchos de ellos ofrecen también una serie de cursos de destrezas que incluyen tecnologías de información, orientación profesional, técnicas de estudio y escritura para estudiantes, como también técnicas agrícolas y otras destrezas de sobrevivencia. Además hay también cursos sobre democracia y derechos humanos, género y violencia doméstica, derechos sociales y económicos, y apoyo activo. El tema del VIH-SIDA, que viene a ser el mayor problema social y sanitario para Sudáfrica, suele ocupar un lugar central en el quehacer de muchas organizaciones dedicadas a la educación de adultos, como también en el de otras organizaciones comunitarias.

 

 

 

 

Información sobre
abuso doméstico
Fuente: DVV International
Súdafrica

 

 

 

Lamentablemente la motivación frecuentemente lucrativa de la educación, y de sus reformas, excluye la realización de verdaderos esfuerzos para que la agenda de transformación sea incorporada al currículum, si bien en algunos casos la práctica de los derechos humanos y de una democracia real para la gente común constituye un tema global que es común a las organizaciones dedicadas a la educación comunitaria de adultos.

La elaboración del Amartya Sen (1999) ha echado nueva luz sobre la importancia de la educación para una verdadera libertad. Se ha cuestionado que la noción de igualdad de oportunidades sea suficiente para el cambio, y se ha incluido decididamente en la agenda la necesidad de entender sus limitaciones, destacando las tareas de expandir y crear oportunidades. Las ideas gramscianas sobre la importancia de la organización para el potenciamiento de la gente, si bien no dejó de estar latente a lo largo de la última década, ha reaparecido como elemento relevante y necesario para la transformación.

El crecimiento de la educación popular

Mucho se ha escrito acerca del rol predominante de la educación de adultos más bien formal y sobre los cursos de capacitación en destrezas que se ofrecen en Sudáfrica, pero estamos siendo testigos de la nueva emergencia de enfoques de educación popular de adultos tal como se los ha mencionado anteriormente. Éstos responden a algunas de las luchas y necesidades de aprendizaje de comunidades e individuos que tienen mucho en común con las modalidades de educación no formal que eran parte de la lucha por la justicia económica y social durante el apartheid.

Como lo describía Liam Kane (2005), el concepto fundamental de educación popular es su compromiso a favor de las clases populares en su esfuerzo para …superar la opresión y la injusticia….

La educación popular también ha ganado la aceptación de las organizaciones sociales en los países de América Latina y en otros lugares donde prevalecen similares condiciones sociales como es el caso de Sudáfrica donde, por ejemplo, es grave el abismo que se abre entre los que tienen y los que no tienen, y donde el lento avance de los gobiernos está clamando por una acción popular con componentes educativos.

A veces, en países como Brasil, y también como Sudáfrica, hay organizaciones populares similares que asumen la forma de movimientos sociales, o son parte de los mismos, y que tratan temas como la falta de tierra y de vivienda para los pobres. De ahí que las luchas de los campesinos sin tierra en Sudáfrica, a través de campañas colectivas y participativas por derechos sociales y económicos de las personas que viven en chabolas, y su exigencia de que se los trate como ciudadanos plenos, llegaron a conformar el movimiento llamado Abahlali Base Mjondolo. Este movimiento es parte de la Alianza de Pobres (Poor Peoples’ Alliance), cuyos líderes utilizan modalidades de educación popular para informar a los habitantes de chabolas acerca de su derecho a la vivienda.

Entre las organizaciones de educación popular participativa que ofrecen educación de adultos en Sudáfrica y que utilizan métodos freireanos para llevar adelante una educación de adultos comunitaria con el componente alfabetización, está la Red Sudafricana REFLECT (South African REFLECT Network — SARN), y también Grail International que aprovecha los programas de Capacitación para la Transformación (Training for Transformation — TfT) cuyo principio de pensar y practicar está basado en la realidad de las comunidades. Sirviéndose de es-tos y otros enfoques, animadores y estudiantes convertidos en activistas sociales examinan críticamente las condiciones locales de sus comunidades y emprenden acciones para encararlas.

Después de varios años de existencia, la SARN ha echado raíces y ha crecido en varias provincias de Sudáfrica. El enfoque de educación de adultos REFLECT, que por tres veces ha ganado el premio de la UNESCO, está encontrando suelo fértil entre un número antes inverosímil de participantes. Estos grupos han descubierto que los enfoques convencionales no les ayudan a reflexionar de manera inmediata y a responder a sus desafíos sociales y económicos. Las organizaciones, e incluso unos pocos conversos de algunos departamentos del gobierno, que trabajan con los enfoques más bien convencionales de educación de adultos o desarrollo comunitario, se muestran abiertos a explorar cómo REFLECT y otras formas de educación popular de adultos pueden hacer que su trabajo resulte más efectivo, ya sea en escenarios rurales, urbanos o periurbanos.

Hay informes que demuestran que la SARN ha sido efectiva para la capacitación de facilitadores y para la conformación de una docena de círculos de aprendizaje en comunidades, los que han ayudado de manera efectiva, de miles de maneras, a cambiar las condiciones de vida en los planos económico y social, dándole importancia capital en su trabajo a la problemática del VIH-SIDA.

De la misma manera, en el nivel provincial, la Coalición Sudafricana de ONG (South African NGO Coalition — SANGOCO) de Ciudad del Cabo está empezando a explorar, por medio de sus actividades y de los programas de sus organizaciones miembros, cómo se podría integrar y aprovechar la educación popular de manera que se conecte con temas más amplios de salud, género, discapacidad y otros. Se ve esto como una posibilidad para consolidar los esfuerzos de ONG y

CBO en la medida en que trabajan en diferentes niveles y también se coordinan con el gobierno.

El trabajo de la Red de Curación Comunitaria (Community Healing Network – CHN) cree

…que las sociedades con politraumatismos corren el riesgo de convertirse en sociedades con traumas intergeneracionales … en las que grandes grupos poblacionales se encuentran traumatizados, pues el trauma se transfiere de generación en generación. Trabajar con el fenómeno politraumático significa aceptar que las heridas son tanto colectivas como personales.

El punto de partida es el concepto de que la curación constituye un desafío colectivo cuya base es el reconocimiento de que mi sufrimiento, tu sufrimiento, el sufrimiento de otras personas, son similares. La curación comunitaria es el compendio de esta comprensión, y para curarnos a nosotros mismos colectivamente primero tenemos que pasar por un cambio cultural.

En conclusión

Habiendo echado una mirada a algunos de los desafíos que enfrenta Sudáfrica y a las posibilidades existentes, se tiene que decir que, después de haber ensayado enfoques convencionales para enfrentar los obstáculos de la transformación, necesitamos considerar nuestras opciones con diferentes lentes.

Es verdad que la educación formal y el desarrollo de destrezas puede jugar un papel importante —y de hecho lo juega— dependiendo de las reformas y de la apertura a repensar los objetivos de la educación y las nociones del desarrollo de destrezas, las que constituyen importantes oportunidades de aprendizaje para aquellas personas que necesitan acceder a esas opciones convencionales.

Lo que también es necesario empezar a aceptar es que las formas convencionales de aprendizaje no han beneficiado de manera significativa a las comunidades marginadas ni han mejorado su situación en la medida que se requiere, ni tampoco han respondido a sus diferentes necesidades de desarrollo.

El Gobierno, los actores educativos y las agencias de desarrollo tienen que enfocar de manera diferente sus políticas, sus prácticas y su manejo de recursos, si es que realmente desean transformar efectiva y más rápidamente la sociedad sudafricana en la línea que a menudo aparece en los documentos pero que no se llega a ejecutar. Un aspecto importante sería reconocer y aceptar el papel que juegan las formas alternativas y populares de aprendizaje, o por lo menos no oponerse a ese papel.

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